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CONSEJOS PARA COMBATIR LOS IMPAGOS EN TRADUCCIÓN

Para los profesionales de la traducción y otros expertos que participan en el negocio de la prestación de servicios lingüísticos, poder ganarse la vida en este sector es un auténtico sueño hecho realidad. Sin embargo, a menudo tenemos que enfrentarnos a situaciones en las que hay personas (o clientes) que no entienden en qué consiste nuestra profesión y, por consiguiente, tienden a relativizar los pagos asociados a los servicios que ofrecemos.

En algún momento de nuestra carrera, a todos nos ha llegado alguno de los siguientes comentarios: «¿Traducción?, ¿pero de idiomas?»; «¿Traducción?, ¿y cómo se dice [cualquier palabra] en [cualquier idioma]»?; «Oye, ¿aquí qué pone?  -enseña un manual de usuario de una nave espacial escrito en alto valyrio-». Esta desinformación (más o menos comprensible) ha dado lugar a que muchos compañeros de la traducción tengan que enfrentarse a clientes que, lejos de negociar tarifas como los compradores de un mercadillo, deciden que realizar un pago por estos servicios (después de contratarlos) no es apremiante o incluso procedente. Es decir, ¡que no pagan!

En ocasiones, muchos profesionales se llevan la sorpresa cuando ya han entregado el encargo y no saben cómo actuar e ignoran qué medidas tomar para no volver a ser estafados. Desde aquí, os animamos a hacer una búsqueda de este tipo de quejas por Internet; son auténticas historias para no volver a conciliar el sueño.

 

Por este motivo, hoy os ofrecemos unos pequeños consejos que podéis aplicar en las relaciones comerciales que construyáis con vuestros clientes. Asimismo, creemos que es conveniente hacer una clara distinción en dos partes:

 

PREVENCIÓN

 

En este apartado se incluyen aquellas medidas que podemos tomar antes de formalizar el acuerdo de traducción con el cliente. Es decir, están orientadas a evitar el problema antes de que surja y, por lo tanto, reducir el riesgo de morosidad.

 

En primer lugar, lo más importante es enviar al cliente un contrato en el que se recojan los servicios contratados. En caso de impago, un contrato es la prueba que evidencia el conocimiento por parte del cliente de una serie de condiciones establecidas previamente y este puede presentarse en procesos de reclamación legal.

El contenido del texto depende de si se trata de un cliente habitual o puntual, así como del tipo de traducción. Lo más recomendable es redactar una serie de cláusulas generales e ir añadiendo cláusulas específicas según la necesidad. Por parte del traductor, es preciso que se identifique fiscalmente, que indique su cargo y que deje por escrito todas las fechas de interés (la de entrega, la de pago, etc.). De este modo, en caso de impago, no habrá más que remitir el contrato al cliente para recordarle las condiciones que se comprometió a respetar mediante su firma.

 

Otra opción consiste en negociar un pago por adelantado. Parece que lo de abonar un servicio un número de días después de la entrega sigue siendo una práctica común, pero lo cierto es que estas demoras son la excusa perfecta para que se produzcan impagos. Por ese mismo motivo, muchas empresas y traductores solicitan el pago del servicio por adelantado o bien una parte del mismo. Es decir, se abona una cantidad antes de iniciar el encargo, se inicia el encargo cuando se recibe esta cantidad y se abona el resto cuando se entrega dicho encargo. Esta práctica es bastante habitual en otros ámbitos y, desde luego, permite crear un compromiso entre el cliente y el profesional. A los traductores autónomos que subcontratan a otros traductores, se les recomienda en este caso pedir por adelantado al menos la parte correspondiente a estos últimos, ya que así, en caso de impago, podrán hacer frente al pago de sus recursos humanos, que de otro modo se verían obligados a reclamarle a este.

 

Pero sin duda, la medida más eficaz es la de mantener un flujo de comunicación constante. Se pueden negociar condiciones de pago con el cliente o, en caso de duda acerca de su presupuesto, ir consultando cada cierto tiempo la situación actual. Los clientes no suelen hacer esto motu proprio, así que puede agradarles y generarles confianza que sea el prestados de servicios lingüísticos quien se preocupe por ofrecerle facilidades.

 

ACTUACIÓN

 

En este apartado se incluyen las medidas que nos deberíamos ver obligados a tomar en caso de encontrarnos ante una posible situación de impago.

 

En primer lugar, siempre es mejor comenzar por enviar un correo electrónico a modo de recordatorio «amistoso». Es posible que nuestro cliente sea un poco despistado y baste con darle un toque de atención. En este tipo de mensajes se suele hacer alusión a los plazos indicados en los contratos y a posibles incrementos en el coste derivados de un retraso en el pago de la cantidad adeudada. Si os interesa leer más acerca de la redacción de este tipo de contratos, podéis leer el siguiente artículo.

Pero claro, si la intención por parte del cliente es ya manifiesta, la primera opción contundente consiste en enviar un burofax. Al enviar por mensajería urgente una carta en la que solicitemos el pago por los servicios, el cliente deberá firmar la recepción de la misma; de esta manera, no podrá negar estar al corriente de la situación. Para redactar el contenido de la carta, podéis sacar ideas del artículo que os hemos recomendado más arriba.

 

Y si la situación empeora y nos encontramos ante un auténtico caso de estafa, deberíamos hacer uso de dos recursos a nuestra disposición: los abogados y el procedimiento monitorio.

El primero es parecido al del envío de la carta, pero en esta ocasión se envía desde un bufete de abogados y las consecuencias de no hacer el pago pueden traducirse en el inicio de un proceso judicial. Aunque pueda parecer un proceso desagradable, es necesario recurrir a esta medida en caso necesario: a fin de cuentas, hemos prestado un servicio, hemos invertido un tiempo y no hemos recibido la recompensa pactada. Hay que hacer valer nuestra profesión.

En última instancia, se puede recurrir al procedimiento monitorio, la vía de reclamación civil de cantidades más rápida y ágil. Como explican en este artículo, se utiliza para exigir el pago de deudas líquidas, determinadas, vencidas y exigibles. Os animamos a investigar más al respecto, pero esperamos que lo hagáis por necesidad y no por obligación.

 

El oficio de la prestación de servicios lingüísticos se enfrenta constantemente a nuevos retos, y muchos de ellos tienen su origen en la desinformación sobre nuestra profesión. Por eso, en todo momento, hay que seguir concienciando a los clientes y al resto de personas que muestren su interés por este sector. Y, sobre todo, hay que hacer valer nuestros derechos sobre quien intente aprovecharse de nosotros. Nolite te bastardes carborundorum!

Ref. de la imagen: https://moneybadger.stocktwits.com/friends-family-money/

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